Colina de Tara

Estas impresionantes cimas, en las que en su día se erigían fuertes circulares que dominaban el territorio, ofrecen mucho más que unas increíbles vistas de la exuberante campiña del condado de Meath. Forman parte de historias antiguas sobre reyes, dioses y rituales sagrados. Este lugar ha sido un importante lugar de culto y un codiciado centro de poder desde la época precristiana. Además, está repleto de los mitos y las leyendas que hacen que el Ancestral Este de Irlanda sea tan infinitamente fascinante.

La colina de Tara es famosa por ser un antiguo centro de poder en la isla. Desde lo alto de esta colina, 142 reyes contemplaron su reino; casi al pie de la letra, ¡ya que se dice que en un día despejado se puede ver la mitad de los condados de Irlanda desde aquí!

Sin embargo, esta no era una monarquía al uso, puesto que no seguía ningún linaje familiar. El rey de Irlanda era elegido por la Lia Fail, o “Piedra del destino”. Según la mitología irlandesa, los antiguos dioses celtas, los Tuatha Dé Danann, llevaron esta piedra de coronación a la colina de Tara como uno de sus objetos sagrados. Se dice que emite un gran estruendo cuando la toca el rey legítimo de Tara.

Prueba suerte, prepárate y dale una palmadita. Nunca se sabe, ¡quizá descubras que eres el próximo rey o reina de Irlanda!

Entre el 4000 y el 2500 a. C., la gente de Tara creía que la colina era una entrada al más allá, el lugar desde donde los dioses accedían a nuestro mundo. Este legado del más allá era tan importante para la futura realeza que los grandes reyes de Tara, en su investidura, ¡tenían que casarse simbólicamente con la diosa Medb para convertirse en monarcas! Se cree que Medb provenía del más allá.

La importancia de la religión pagana en Tara también dio lugar a un histórico encuentro entre San Patricio y los grandes reyes en la colina de Tara. Cuenta la leyenda que San Patricio, en su misión de difundir el cristianismo en Irlanda, lo primero que hizo fue viajar hasta aquí, el lugar más poderoso de la religión, para enfrentarse al rey pagano Laoghaire y anunciar que el cristianismo había llegado a Irlanda.