Oculto entre la exuberante vegetación del Parque nacional de las montañas de Wicklow, es una de las más preciadas joyas del Ancestral Este de Irlanda.
Esto es Glendalough, el monasterio fundado por San Kevin en el siglo VI que se convirtió en uno de los grandes centros de enseñanza de la Irlanda cristiana primitiva.
Tallado por los afilados glaciares durante la última Edad de Hielo, el valle de Glendalough es una amplia extensión que combina una belleza natural increíble con una serenidad absoluta. A medida que asciendes al interior de las montañas de Wicklow, con las nubes acariciando el borde del valle y el sonido de los arroyos glaciares cristalinos que borbotean entre las rocas, una atmósfera de total tranquilidad te envuelve.
Maravillas del valle de los lagos
El nombre irlandés de Glendalough da una pista de lo que te encontrarás aquí, significa “el valle de los dos lagos”. A los visitantes les encantan los lagos superior e inferior, pues ofrecen una gran oportunidad de explorar o incluso de sumergir las puntas de los pies en las frías aguas. Multitud de rutas de senderismo atraviesan Glendalough, entre ellas, el camino de Wicklow y el camino de San Kevin, por lo que recorrerlo no puede ser más fácil. ¡Solo tienes que elegir la ruta y ponerte en marcha!
El santo patrón de Dublín, San Laurence O'Toole, fue un antiguo abad en Glendalough y regresaba en la Cuaresma para retirarse durante 40 días en una cueva conocida como “la cama de San Kevin”.
¿Sabías que... ?
De izquierda a derecha: Glendalough, condado de Wicklow
Una ciudad en las colinas
Rodeado de toda esta belleza, es fácil ver por qué San Kevin decidió establecer un asentamiento monástico aquí. Desde sus humildes orígenes en el siglo VI, Glendalough se convirtió en un ejemplo de devoción y aprendizaje. Como una verdadera ciudad en su época, contaba con granjas, una catedral y la torre circular de 30 metros que aún sigue en pie hoy en día.
Durante más de 500 años, reinó la paz en esta zona, ya que monjes y laicos crecían, vivían y aprendían juntos. Aunque, por supuesto, esto no significa que Glendalough estuviera exento de problemas. Fue atacado y saqueado por los vikingos, asolado por el fuego y expuesto a las a veces duras condiciones meteorológicas que aún hoy azotan las montañas Wicklow. En 1398 cayó en manos de los normandos, pero todavía nos quedan recuerdos de lo que fue en su día.
Cuenta la leyenda que los trabajadores que construyeron la catedral original de Glendalough prometieron “levantarse con el canto del gallo y acostarse con el cordero”. Sin embargo, como pronto quedaron agotados porque este ave se despierta muy temprano, San Kevin rezó en busca de una solución y, al día siguiente, el gallo dejó de cantar en este encantador valle.
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