Acantilados de Moher

Desde una vertiginosa altura de 214 metros, la roca estriada extiende sus largos dedos hacia el sur, con los condados de Cork y Kerry más allá, y desde la torre de O'Brien, incluso puede verse las islas de Aran al norte.

Cuando la espuma marina llena el aire con la vigorizante frescura de la Ruta Costera del Atlántico, es difícil no sentirte como si estuvieras desafiando al océano desde la proa de un magnífico barco. Para disfrutar al máximo de la magia, no hay nada como sentir el azote del viento mientras recorres la cima de un acantilado con sus bordes levemente elevados de forma similar a las crestas de las olas que van y vienen continuamente más abajo. Prueba con el paseo del acantilado de Doolin. Te guiará por todo el recorrido del conocido sendero hasta el centro de visitantes, ubicado en la ladera al estilo de una casa de hobbit y rebosante de información útil.

Si quieres asegurarte de disfrutar de esas magníficas vistas, ¡reserva con antelación para evitar decepciones!

Fabulosa flora y fauna

Por supuesto, uno de los aspectos más exclusivos y preciados de los acantilados es la fauna que albergan. Los amantes de la ornitología disfrutarán con la visión de un sinfín de frailecillos de ojos tristes, alcas comunes elegantemente ataviadas, charlatanas gaviotas tridáctilas e incluso, si tienen suerte, un esquivo halcón peregrino.

El propio paisaje circundante es una maravilla natural, con delicadas collejas marinas, clavelinas de mar de un intenso rosa y flores silvestres que adornan la mullida hierba costera bajo tus pies. En un día sereno, presta atención a cualquier ondulación en el agua, ya que suele verse a tiburones peregrinos y amistosos grupos de delfines saliendo a la superficie.

Relatos tan espectaculares como los acantilados

En una isla de narradores de historias, no es de extrañar que uno de los paisajes más espectaculares vaya acompañado de su buena dosis de folclore y fantasía. Existe la historia del pescador enamorado de una sirena que le permitió regresar al mar; el fatídico relato del Salto de los potros, en el que los míticos Tuatha Dé Danann se lanzaban por el borde de los acantilados, e incluso la ciudad submarina y perdida de Kilstiffen. ¿Por qué no acabas este día marcado por el azote del viento en un acogedor pub, te pones cómodo para pasar la velada y pides a un lugareño que te obsequie con relatos a la luz de la chimenea levemente humeante? ¡Es imposible lograr un ambiente más evocador!

Si quieres sumergirte en la historia de los Acantilados de Moher de una forma distinta, descarga la aplicación. Está repleta de visitas audioguiadas, información, mapas y ofertas. Además, no utilizarás papel, ¡por lo que es una manera sostenible de mejorar tu visita!

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