Downpatrick Head

El ventoso cabo de Downpatrick Head se encuentra a pocos kilómetros al norte del pueblo de Ballycastle, en el condado de Mayo. Es un lugar perfecto para dejar el coche y estirar las piernas con un paseo vigorizante por la costa en el que te acompañarán las vistas magníficas del océano Atlántico.

El nombre de Downpatrick procede de la época en la que el mismísimo San Patricio fundó aquí una iglesia. En esta pequeña península puedes visitar las ruinas de la iglesia, una cruz de piedra y un pozo sagrado. En su día fue un destino popular para peregrinos y actualmente sigue atrayendo a multitud de fieles que se reúnen para asistir a la misa que se celebra en este lugar sagrado el último domingo de julio, conocido como el “Garland Sunday”.

Siglos después, Downpatrick Head se convirtió en un puesto de vigilancia durante la Segunda Guerra Mundial. Hoy en día aún se puede ver la construcción de piedra y la marca aérea ÉIRE 64, también hecha con piedras, que indicaba a los pilotos que estaban sobrevolando Irlanda.

Sin embargo, los vínculos con San Patricio no terminan aquí. Si contemplas el mar, sin duda verás el pequeño grupo de islas conocido como Stags of Broadhaven, pero también atraerá tu atención un farallón solitario cerca del borde de los acantilados. Este farallón se llama Dún Briste, que significa “fuerte roto”.

Según la leyenda local, cuando un cacique pagano se negó a convertirse al cristianismo, San Patricio golpeó el suelo con su báculo, haciendo que un trozo del cabo se separara de la costa y quedara flotando en el océano, ¡con el cacique en lo alto! El farallón es una delicia para la vista con sus capas de estratos rocosos de diferentes colores.

Otra curiosidad de la zona es Poll Na Seantainne, un espectacular orificio que llega hasta el tempestuoso océano.

Cuando estés en la zona, no te vayas sin visitar el centro de visitantes de Céide Fields, en Ballycastle, a poca distancia en coche. Céide Fields es el monumento de la Edad de Piedra de mayor extensión del mundo. Las ruinas de antiguos muros de piedra, asentamientos y tumbas megalíticas se han conservado gracias al entorno pantanoso que las protege. ¡Hay que verlo para creerlo!