Un paseo con halcones en el castillo de Ashford

Después de atravesar varios puentes de piedra enormes con torreones que cruzaban el agitado río Cong, el paisaje se convirtió en un auténitco Camelot, con un castillo majestuoso rodeado de vegetación exuberante y frondosa.

Mi hijo, Cillian, se adelantó cuando vio las señales negras con letras doradas que indicaban el camino. Las dudas que pudiera tener sobre cuánto admiraban a estas magníficas aves de presa el equipo de Ashford y la escuela de cetrería de Irlanda desaparecieron cuando vi la enorme escultura de un águila en pleno vuelo con una presa entre sus garras encaramada entre los gruesos muros de piedra caliza del castillo y la orilla de Lough Corrib.

Pasamos por unos elegantes jardines, casi como los jardines franceses de diseño formal, con largos caminos que forman un marco simétrico alrededor del lago, antes de entrar en un sinuoso túnel de piedra. Cuando llegamos al otro lado, parecía que habíamos retrocedido siglos en el tiempo, con flores de temporada, brezo, frondosos helechos silvestres, árboles imponentes y el aroma de pino envolviendo todo el enclave. Nos encontramos con tres guías, cada uno con un halcón entrenado encaramado en su brazo o en su hombro, y supimos que estábamos en el lugar adecuado.

Eran como hermanos mayores que llevaban de paseo a sus inquietos hermanos pequeños y esa relación entre especies es un rasgo distintivo de la experiencia en la escuela de cetrería. Di mi nombre y Conal, uno de los entrenadores de aves, me dijo que nuestro guía con halcones, Tommy, me estaba esperando en el santuario. Su ave me miró con impaciencia como si me preguntara por qué estaba ralentizando el paseo. Capté la indirecta y ellos continuaron avanzando.

Tommy abrió la gran puerta de madera negra, arqueada e incrustada en una pared de piedra y, una vez dentro, el mundo se transformó por completo. El patio era un paraíso para las aves, impecable y tranquilo, y Tommy no perdió el tiempo presentándonos a su equipo alado.

Dingle, un búho real gigantesco con unos ojos marrones enormes e hipnóticos, fue el primero que le llamó la atención. Al lado, Joyce y Swift, una feliz pareja de halcones, parecían mantener una conversación profunda. Joyce nos había echado un rápido vistazo, pero cuando oyeron la voz de Tommy, se acercaron a saludar.

«Es una relación simbiótica», explicó Tommy. «Cuando caminamos juntos por el bosque, el ave y yo trabajamos como un solo ser. Hay una conexión constante, yo le protejo contra enemigos más grandes como los zorros y hago salir a las presas.

Olvídate de la expresión «cabeza de chorlito». Estas aves se parecen a los cuervos o las urracas. Son muy inteligentes y siempre están dispuestos a aprender y adoptar nuevas habilidades que les beneficien».

Tommy se marchó un momento y ahí fue cuando Joyce y Swift perdieron todo el interés en nuestra compañía. Volvió a aparecer con un halcón de Harris llamado Fómhar («otoño» en irlandés) con plumas rojizas y de color pardo. El halcón arrancó una sonrisa a Cillian, y Tommy captó la conexión. Entregó a Cillian un guante de piel largo y grueso, y Fómhar se posó en su brazo. Pudimos percibir ese vínculo innegable entre el ave de presa y mi hijo.

Nos adentramos en un bosquecillo y, desde ahí, en el bosque más profundo. Cuando el vuelo de Fómhar se volvió más rápido y más bajo, y empezó a posarse con más frecuencia en el brazo de Cillian, no pude resistirme a hacerle a Tommy la pregunta que me había estado rondando por la cabeza.

«¿Tienes uno favorito?»

«¿Un ave?», preguntó.

Asentí y dudó antes de responder. «Vengo de una familia grande y mi hermana solía hacerle la misma pregunta a mi madre. Te daré la misma respuesta que ella le daba: “Hoy no eres tú”. Todo depende del día».

«Entonces, ¿no es Fómhar?», pregunté. Se oyó el crujido de una rama en algún lugar por encima de nuestras cabezas y allí estaba con su pico puntiagudo y aerodinámico observándonos desde los árboles con mirada penetrante.

Tommy miró a Fómhar. «Bueno, es bastante especial. Supongo que es porque lo conocí cuando era una cría, poco después de empezar a trabajar aquí. De eso hace ya 13 años. Pero no se lo digas a los demás pájaros», añadió en un susurro.

La edad me sorprendió, pero tuve dudas sobre cómo plantear el tema de la esperanza de vida con Fómhar y su superpotente oído volando sobre nuestras cabezas antes de lanzarse una vez más hacia el puño enguantado de Cillian. Por suerte, Tommy leyó mis pensamientos. «En plena naturaleza, podría vivir cuatro años. Aquí, en nuestra comunidad, viven muchos años más. Muchísimos más. Dingle, el búho que has visto antes, ha cumplido 23 años a principios de año».

Regresamos al enclave y pasamos por un granero donde Cillian vio perchas con nombres que no coincidían con los apodos literarios que tenían la mayoría de las otras aves. Esos nombres tenían un tono más intergaláctico, como Wookie, Chewie y Yoda. Cillian pidió a Tommy que nos explicara por qué. «Ah, todos nacieron el 4 de mayo». También conocido como el Día Star Wars o Que la fuerza te acompañe). Entonces, lo entendimos.

Llamé de nuevo a Dingle antes de marcharme. Se posó en mi brazo, salió volando y volvió una vez más. Pensé que este lugar es muy especial. Es como el legendario Tír na nÓg (la tierra de la eterna juventud de la mitología irlandesa) para la vida silvestre o, como mínimo, un modelo de turismo sostenible en el que el equipo trabaja constantemente en armonía con la ecología local, desde el bienestar animal hasta la cadena de suministro de alimentos para las aves y la gestión forestal.

Al salir del castillo volví a cruzar el puente de piedra en arco. Un ferry de un azul intenso, The Isle of Inisfree, estaba atracado junto a los muelles. Pertenece a Corrib Cruises, un servicio turístico de barcos de pasajeros que lleva a los visitantes a Lough Corrib para disfrutar de viajes de temática histórica. Cuando remodelaron un bote salvavidas del famoso buque QE2 en sus inicios, prolongaron enormemente su vida útil y, desde entonces, han creado empleo local a largo plazo

Para los visitantes que deseen observar más la vida silvestre de la zona, otro operador a media hora de distancia, Killary Fjord Boat Tours, ofrece un crucero de 90 minutos que recorre el paisaje único del norte de Connemara, donde los delfines y focas nadan libremente con un telón de fondo de cascadas y deslizamientos de tierra en este valle acuático casi inaccesible desde tierra firme.

Dejamos atrás Fómhar, Dingle y a la mitad de los personajes de Star Wars para recorrer la vasta propiedad del castillo de Ashford, donde descubrimos otra parte de Hollywood en la puerta. Se trataba de unas estatuas de tamaño natural de los actores Maureen O’Hara y John Wayne en sus papeles de Mary Kate Danaher y Sean Thornton en la película «El hombre tranquilo», dirigida por el ganador del Óscar John Ford en 1952.

Al otro lado de la calle se encuentra el Museo del Hombre Tranquilo, una casita de campo encalada que alberga recuerdos de la época en que el pintoresco pueblo de Cong fue la localización de la película. Los visitantes llegan cada año después de celebrar el día de San Patricio para descubrir ese breve episodio de fama que el pueblo disfrutó hace unos 70 años, y ese es otro ejemplo más del duradero atractivo de este bello entorno en el oeste de Irlanda.