Al girar la esquina en Henrietta Street, es imposible no quedarse sin respiración. Las elegantes fachadas de las casas georgianas se elevan desde los adoquines del suelo hasta el cielo azul formando un ininterrumpido rompecabezas de ladrillos rojos. En el extremo más alejado, las curvas suaves y grises de King’s Inns forman elegantes arcos entre granito perfectamente tallado y puertas de hierro forjado.
“Realmente era el lugar de moda”, afirma Tracey Bardon, guía turística en el número 14 de Henrietta Street y residente en la zona de toda la vida. Años antes de que el número 14 se abriera al público como museo, se utilizaba como espacio teatral y recinto para eventos. Un día, al pasar, Tracey vio la puerta abierta. “Había una mujer en el umbral y le dije: «Me encantaría echar un vistazo, ¿puedo entrar?». Así que entré un momento”. Unas semanas más tarde, Tracey se encontró por casualidad con la misma mujer y, antes de darse cuenta, estaba trabajando en la recepción del número 14. “Fue solo durante el verano, pero fue maravilloso. ¡Incluso llegamos a reunirnos con el presidente!”.